Denuncian la práctica de un rito de santería con gallinas muertas en la playa de Estaño
La dueña del bar próximo al arenal avisó a la Guardia Civil tras hallar los corazones de las aves sacrificadas, a los que habían clavado velas
R. GARCÍA / P. TUÑÓN
Susana Muñoz, la dueña del bar de la Playa de
Estaño, denunció ante la Guardia Civil el pasado miércoles el
desagradable espectáculo que tuvo que contemplar cuando volvía a su casa
después de recoger sus cabras. La gijonesa asegura que alguien había
utilizado un pequeño «altar natural» situado junto a un torrente que
desemboca en el arenal para realizar un rito de santería. Los agentes
tomaron fotos del lugar de los hechos en el que se encontraban los
restos de dos gallinas, varias sábanas blancas, una bola de hielo y,
separados, los dos corazones de los animales que tenían sendas velas
clavadas.
«Distinguí algo raro, como un paño con mucha sangre y lo que parecían ser huesos», relataba ayer Muñoz, aún conmocionada con la imagen que tuvo que contemplar. Los portavoces de la Comandancia de la Guardia Civil de Contrueces de Gijón aseguran que las instantáneas y el informe en torno a lo sucedido serán archivadas por si en un futuro se precisara de estas pruebas en una investigación aunque, por el momento, los funcionarios aseguran que no se pueden apreciar indicios de delito en lo sucedido.
«Me dijeron que no podían hacer nada más. Yo tenía pensado quedarme a dormir aquí, en Estaño. Pero tenía mucho miedo y no pude. Tuve que marcharme», concluyó Muñoz, quien además pidió a ayer a los operarios de Emulsa que recogieran los restos. «Los chicos dijeron que a esto no estaban acostumbrados», relata.
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Las fuerzas del orden conteniendo un brote de pánico aviar... |
«Distinguí algo raro, como un paño con mucha sangre y lo que parecían ser huesos», relataba ayer Muñoz, aún conmocionada con la imagen que tuvo que contemplar. Los portavoces de la Comandancia de la Guardia Civil de Contrueces de Gijón aseguran que las instantáneas y el informe en torno a lo sucedido serán archivadas por si en un futuro se precisara de estas pruebas en una investigación aunque, por el momento, los funcionarios aseguran que no se pueden apreciar indicios de delito en lo sucedido.
«Me dijeron que no podían hacer nada más. Yo tenía pensado quedarme a dormir aquí, en Estaño. Pero tenía mucho miedo y no pude. Tuve que marcharme», concluyó Muñoz, quien además pidió a ayer a los operarios de Emulsa que recogieran los restos. «Los chicos dijeron que a esto no estaban acostumbrados», relata.