domingo, 4 de marzo de 2012

The Walking Roommates...

http://www.elcomercio.es/v/20100704/gijon/ocho-meses-cadaver-20100704.html

Ocho meses con un cadáver

Un vecino de Cimadevilla convivió con los restos mortales de su cuñado, apodado 'El Balanchu', e intentó tapar el olor con un 'spray'

04.07.10 - 02:44 -




Durante ocho meses convivió con el cadáver de su cuñado e intentó mitigar el olor que desprendía el cuerpo putrefacto a base de 'spray' insecticida. En la habitación, junto a los restos mortales de 'El Balanchu', aparecieron varios botes de aerosol. 
El sorprendente episodio ocurrió a principios de noviembre de 1995 en el barrio de Cimadevilla.
En un piso de la calle Batería, el trabajador de una empresa de limpieza se quedó estupefacto al acceder a una de las habitaciones y encontrarse con un muerto. Era Olegario Fernández Lorenzo y la autopsia determinó que había fallecido aproximadamente en marzo de ese mismo año, por causas naturales. Tenía 64 años y una mala relación con su cuñado. Vivían juntos, pero según los vecinos «apenas se hablaban».
Esa fue la causa por la que el inquilino del piso que aún seguía vivo no avisó de la defunción. E incluso luego llegó a negar que supiese que estaba muerto. No pudo negar la evidencia por mucho tiempo más.
Aún hoy colea la historia que acabó con un final tan conmovedor. 'El Balanchu' era uno de los personajes más populares de Cimadevilla. Era hijo de 'Casaronse' y perteneciente a una de familia de larga tradición marinera que vivía repartida entre las casas del 'Nodo', el 'patio les Fieres' y en la 'Quintana'.
Estaba separado y tenía un hijo. Con su familia tampoco tenía mucha sintonía. De hecho, no se enteró de que su padre había fallecido. La última noticia que tuvo de él fue que se había ido a pasar una temporada a Palma de Mallorca. No volvieron a saber nada de él hasta que les avisaron del fallecimiento. 
«No era mal paisano»
«'El Balanchu' era un hombre que siempre andaba atravesado por los bares de Cimavilla. Lo conocía todo el mundo de alternar por ahí. No era mal paisano, pero cuando bebía se ponía un poco faltosín», comentaba José Manuel Álvarez, un vecino del barrio que recuerda aquel episodio «como algo que dejó con la boca abierta a todos los vecinos».
La mala relación existente entre Olegario Fernández Lorenzo y su cuñado era conocida por los 'playos'. «Decían que en más de una ocasión habían pasado de la violencia verbal», dice José Manuel Álvarez.
Su familiar prestó declaración en la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en calidad de testigo. Dijo en primer lugar que desconocía la muerte de 'El Balanchu'. Ante las pruebas evidentes (el intenso olor a putrefacto que se extendía por prácticamente todo el edificio), no pudo seguir negando la realidad. Descubrió un día el cadáver, pero optó por guardar silencio. Para paliar las emanaciones decidió utilizar un 'spray' matamoscas. No le fue muy útil. El olor, después de tantos meses, se propagó por todo el portal. Tanto, que tuvo que intervenir un equipo de limpieza.
El cuñado no fue imputado. Lo habría sido en el caso de que hubiese enterrado el cuerpo, pero no lo hizo.
«El cuñado siguió haciendo su vida normal, sin que se apreciase nada raro. A los que le preguntábamos por 'El Balanchu' nos daba largas. Nos quedamos helados luego cuando nos enteramos lo que había pasado, pero bueno, tampoco nos extrañó porque suponíamos que en esa casa pasaban cosas raras. No sé puede explicar cómo pudo aguantar ese olor. Lo que no pasa en Cimadevilla, no pasa en ningún sitio», apunta José Manuel Álvarez.

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